Cuando el partido Laborista retoma el
poder luego del gobierno de Margaret Tatcher, le preguntan cuál considera que
fue el mayor éxito durante su periodo de gobierno, ella dijo apenas dos
palabras: “Tony Blair.” Claro y conciso. Más de lo que ella pudo hacer o no, el
tener una oposición “a su imagen y semejanza” habla claramente del éxito de su
gobierno, no en el plano de políticas públicas pero si, y mucho, en el plano de
la ideología.
Si le hubiesen preguntado esto mismo a
Pinochet, no nos hubiera extrañado que respondiera al mismo estilo que Tatcher
(quienes eran bien amiguis). Dos palabras: La Concertación.
No tuvieron que pasar muchos años luego
del triunfo del No, para darnos cuenta que la esperanza del cambio se transformó
en continuidad, los que alguna vez lucharon por algo más que simplemente
recuperar la democracia se transformaron en seguidores del mercado, preocupados
más de “generar las condiciones para la inversión” en vez de la dignidad en
salud, vivienda y educación del grueso de la población. Se acostumbraron más a
gobernar desde Casa Piedra que desde la Central Única de Trabajadores (CUT), se
acomodaron más al vals de su propia forma de hacer política, estilo palacio de
Versalles, obligando al resto a unirse al baile de los que sobran, tan ensimismados que nunca vieron que la toma
de la bastilla vendría para mostrarle al país que todo el abuso, que todo este
vals entre la Alianza y Concertación no daba para más, sin guillotinas pero con
mucha movilización, el 2011, a mi parecer, marcaría el antes y después de la
larga transición post-dictadura, lo marcaría no en proyectos o leyes, sino en
la mentalidad de los chilenos, quienes en las elecciones del 2013 le propinaron
a la derecha la más clara derrota, no sólo electoral, sino en el plano de las
ideas o la ideología.
Este giro a la izquierda que a los
momios asusta tanto, debe ser el inicio de una vez por todas de sepultar toda
obra que nos dejó la dictadura, y todo indica que hacia allá (eso esperamos)
apunta el gobierno de Bachelet.
En todo este proceso la educación fue el
fiel reflejo de lo que ocurría en el país, desde los cambios que se produjeron
en la dictadura, la continuidad aberrante de la Concertación y el quiebre con
las movilizaciones del 2011. La educación sería el termómetro que indicaba la
fiebre que llegaría a su punto culmine el 2011, y esta enfermedad que siempre
fue indicativo de que algo no andaba bien, es lo que analizaré en los próximas
publicaciones acerca de la Educación en Chile.
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