lunes, 7 de enero de 2013

EL dolor del cambio

Cambiar implica una transformación que por lo general como personas no buscamos, la razón principal es porque estamos muy cómodos en nuestra posición, incluso, cuando estamos en una situación no muy favorable, nos cuesta hacer cambios de fondo porque estamos acostumbrados a lo que tenemos en el presente, sabemos de que se trata, y mientras no nos encontremos con situaciones nunca vividas anteriormente, por difícil que esté la vida, el cambio no es necesario.

Pero los problemas y las circunstancias nos obligan muchas veces a cambiar, ya sea por experiencias que nos causaron daño, o por evitar daño a otras personas, debemos cambiar, y el proceso no siempre es fácil.

Nadie nos enseña a enfrentar crisis, desde la básica a la enseñanza media nos enseñan a sumar, restar, leer, hacer maquetas pero no a superar conflictos tanto internos como externos, ni aún nuestras familias nos preparan para superar problemas que la vida nos impone a veces con extrema crueldad, sin filtro de si es justo o no que a mi o a ti nos estén pasando estas cosas. El cambio viene por lo general de la mano con una situación no vivida anteriormente que nos obliga a tomar cartas en el asunto.

Pero hay un ejemplo digno de dar a conocer en la naturaleza, de un ave que debe pasar por uno de los procesos más difíciles que algún ser vivo debe vivir, se trata del águila, y esta es su asombrosa historia:



El águila. Es la ave que por más tiempo vive. Llega a vivir 70 años. Pero para llegar a esa edad, a los 40 años de vida sufre uno de los momentos más críticos de su vida y tiene que tomar una seria y muy difícil decisión. ¿Te sientes identificado? ¿Cuándo debes tomar decisiones difíciles que afectaran tu vida por los próximos 10 o 30 años de edad?

A los 40 años, sus afiladas y gruesas uñas se tornan frágiles, débiles y flexibles, se doblan con facilidad y no consigue aferrar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico fuerte, largo y puntiagudo se curva, apuntando contra su pecho y se convierte en una herramienta inútil. Sus alas se encuentran envejecidas y pesadas por sus gruesas y duras plumas, lo cual le dificulta el vuelo.

Acá es donde se viene la decisión, morir o comenzar un proceso de renovación que durará 150 largos días.

Duele, pero lo hace, y con valentía.

Como el águila, necesitamos renovarnos cada cierto tiempo, quizás aislarnos por algún tiempo, volver a enfocarnos en nuestra razón de estar en esta vida, volver a encontrar la motivación que quizás el rigor de la vida nos hizo ir perdiendo con el tiempo. El proceso de renovación no va a  hacer fácil, pero nos puede, como al águila, dar muchos más años de vida como nuevas personas, con nuevas fuerzas, con nuevos aires, quitarnos el stress que tanto daño nos hace en este mundo apresurado de hoy en día.

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